Cuando zarpamos sin rumbo hacia Westank nos encontramos con las mayores maravillas de mujeres. Ellas pagaban por agasajarnos y no al revés. Una de ellas, durante la noche, se infiltró en mi camarote. Me desnudó con agresividad y yo, perdí el conocimiento.
Oye Malik, deja de trolearnos. Sabemos que esa prostituta te robó las joyas que tenías escondidas debajo de tu cama.
Eso Malik, todos sabemos que nos morimos de ganas por volver a Westank, pero las mujeres de allí son más listas que nosotros. No deberías regresar hasta que devolvamos la deuda que tenemos con el Estado. Es este el que nos ha contratado y no podemos recuperar de la noche a la mañana, ¡todo lo que esas harpías nos han robado! ¡Fueron tres años de arduo trabajo!
Pues eso mismo, camaradas. Lo que os estaba contando. Caí bajo su embrujo y me hizo perder la consciencia. A partir de ahí, todo se convierte en un sutil sueño. Me trajo vino y me lo bebí de un trago. Me levanté para traerle uno y tomó mi sitio con su magnifica pose. Me mira y se lo derrama encima. No puedo hacer otra cosa que lamer todo su cuerpo hasta extasiarse de placer.
Malik, eso no se lo cree nadie. Tu camarote está lleno de sangre. Más te vale limpiarlo.
Malik, por la noche te vi cómo tirabas algo al mar. Me imagino que es la cabeza de aquella mujer. ¿Qué has hecho con el resto de su cuerpo?
Terminado nuestro ritual, dejé fluir nuestros instintos. Al ritmo de la marea, subíamos y bajábamos.
Malik, pon fin a tus historias. La rebanaste con tu espada. Acaban de gritar los demás camaradas. Tenías el resto del cuerpo en la cocina. Hecho picadillo.
El viaje es largo, la comida es siempre bienvenida.


Una historia diferente, sin tópicos. Enhorabuena.
Saludos Insurgentes.