Así comienza esta historia, en una playa mediterránea y con un niño ansioso por descubrir el vinoso ponto de la tarde. Y ya sabe cómo sortear al cancerbero, pues el cotilleo amansa a las fieras, pero las que lo ven, no las que lo sienten.
Con los tomates como escudo, este joven muchacho se lanza hacia las corrientes crepusculares con toda la ilusión que un niño puede almacenar. Pero este ingenuo púber ha olvidado suplicarle a Posidón, que agita la tierra, que le permita una buena navegación.
Ante semejante ofensa, el mar, inmenso en extensión, no puede ignorar a su señor y, así, como si no hubiera recibido bastantes ofrendas, manda a su estómago a este vástago de la tierra entre burbujas y torbellinos.
El fin de acerca y, pese a su juventud, lo sabe. ¡Oh, benditas paredes de la casa, que sólo tragan calor, qué oportuno hubiera sido que la puerta os hubiera imitado en firmeza! Ahora, las esperanzas de una familia humilde caen engullidas sin esperanza ni recursos.
Y cuando iban a abrirse, desesperadas, las compuertas, apareció de entre las profundidades una hermosa mujer, de cola de pez, vistiendo al niño con un bendito velo protector que devuelve las fuerzas al joven hijo del viento.
- ¡Joven muchacho! ¿Cómo surcas los mares cuando los cielos se tapan? ¿Acaso no valoras tu vida?
Pero el chaval, impresionado por lo que acababa de vivir, aún estaba intentando comprender cómo podía respirar y, ante la reprimenda, lloró, cosa que esta hija del mar no soportó en su ánimo y, compadecida, sacó al niño, devolviéndolo a la arenosa costa.
- Holx, niñx. ¿Estásx bienx? ¿Comx hasx llegadx aqux?
Ante tantos chirridos, temiendo que a espada se duelaran, salió corriendo y chillando por la orilla hasta volver al mar, asustado por semejantes golpes de espada hasta que lo volvió a encontrar su salvadora.
- ¡Oh, joven muchacho! ¡Perdóname por no haber recordado que esta es la isla de la X! Te llevaré a un lugar mejor.
Siguiendo las corrientes, llegó a una isla doblada.
-Estira las piernas aquí mientras me oriento, pues me he mareado y no sé por dónde voy. Volveré enseguida.
Este inquieto mozalbete no pudo refrenar sus ansias aventureras y, cuando se disponía a atravesar la selva, alguien lo frenó.
-¡Eh o ah, tú o túa, espera o espere, niño o niña, que o qui, la o lo, selva o selve, no o ni, es o as, para o paru, chicos o chicas!
Ni dos segundos hicieron falta para que este zagal huyera despavorido temiendo sangre auricular y la sirena, horrorizada, saltó a tierra con los brazos andantes para rescatar a su pequeño naúfrago.
Pasadas estas cosas, llegaron a una costa muy pequeña que intentaba hacerse grande, pero, rodeada de disputas, parecía no crecer.
Marina y terrestre se quedaron a escuchar lo que se oía por aquí, cosa inaudita.
-¡Beatriz, excelsísima emperatriz! ¿Cuál es tu directriz para esta abrasatriz isla? ¡Sólo los femeninos de los masculinos en -tor deben decirse -triz! ¡Huye de la manipulatriz opinión de estos fantoches!
- ¡A quién llamas "fantoche", simple agrestriz! Dios sabe que los masculinos en -sor son sensibles también a un femenino bien dicho. Evite, buena emperatriz, oír a los tolais.
-¡Ni caso, divina señotriz! Toda consonantriz debe ser femenina. ¡Por Cristo bendito, esto no me lo invento yo! Cada mujetriz de bien del pasado ponía un -triz allá donde hubiera hueco y no había mentecatrices que la avasallaran.
El ambiente se ponía más y más tenso, por lo que, temiendo más equistazos, se ocultaron bajo el inmenso azul.
Y, por fin, tras mareos y retruécanos, el niño llegó a casa, donde lo recibió su madre.
-¡DONDE HAS ESTADO METIDO! ¡CASI ME DA UN INFARTO! TE HE BUSCADO BAJO CADA GRANO DE ARENA! ESPERO QUE TENGAS UN BUEN MOTIVO.
-¡Mami, mami! He tenido una gran aventura. El mar me tragó. Una sirena me dejó una sábana para respirar y me llevó a una isla donde luchan con palabras como espadas, luego vi un sitio donde no conocen a Atila y finalmente había una gente peleándose por las trices, pero sin cicatrices.
-¡SE ACABÓ! TE QUEDAS SIN CONSOLA Y SIN SALIR! Dios mío, este niño va a acabar conmigo...
-Pero mamá...
-Ni peros ni peras. Te voy a dar yo fantasías.
-Jo
Giro final lleno de humor.
Saludos Insurgentes