Entró en la sombría taberna una lluviosa tarde de 1928. Solo se escuchaba el rodar de unos dados y el crepitar de la leña en la chimenea. Calado hasta los huesos, cayó junto a la barra. Su indumentaria atrajo la atención de todos: pantalones raídos, chaquetón ennegrecido con olor a brea y sombrero tricornio. Llevaba largas barbas enmarañadas con las puntas chamuscadas.
Bebió ron en un vaso que el tabernero rellenó varias veces.
—¿Podrás pagar?
Le miró con ojos pequeños y profundos. Un abismo había tras ellos. Introdujo la mano en un bolsillo y la extrajo cargada de monedas de oro. El tabernero las mordió. Todos se interesaron por aquel majadero y al tipo se le soltó la lengua.
—¿Quién soy? Otro estúpido capitán sin barco que huyó de la esclavitud que suponía vivir pisando tierra. Llevar una bandera u otra nos hacía mejores o peores. Soy uno de aquellos embriagados por promesas de tesoros y falsas leyendas. Un intrépido pero estúpido hombre que no supo parar a tiempo. Barbanegra me llamaban. Para servirles.
Los hombres rieron sus aventuras sin creer una palabra.
—… fue terrible. Cuando encontramos aquel cofre pensamos en enterrarlo y buscamos una isla deshabitada. En nuestro camino luchamos contra la marina, trasnochamos con sirenas, fuimos leyenda. Pero todos cayeron. ¡Oh, pobre Bonnet! Me cortaron la cabeza. Sin cabeza, ¿quién recuerda dónde enterró un tesoro? Solo sé que está en esta, mi bella isla.
Se carcajeaban mientras salía por la puerta. Antes de cerrarla, se volvió a tan solícita audiencia.
—Hasta más ver.
Quería quitarse el sombrero, como todo caballero, pero estaba indispuesto y no atinó. Así que se quitó la cabeza, hizo una breve reverencia y volvió a encajarla en su cuello. Marchó dejando tras de sí un estupefacto silencio.
Aún a día de hoy se recuerda esta historia que recorre Ocracoke de boca en boca.
El protagonista cumple muy bien con el dicho de "vas a perder la cabeza"... je,je,je.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes.
Muy bueno Carolina, como siempre eres una crack 👏