Juanotamartorella

«Helados»

999 palabras
8 minutos
35 lecturas
Reto creativo «Historias de verano»
El viaje que no sale como esperabas. Siempre puede ocurrir. Una inesperada sucesión de desastres o un acontecimiento especial que lo cambia todo. Cuenta uno de estos viajes.


- *Ei, dnd estas? perderemos el avión* 

- *Estoy en el tren. despegamos en 2 horas*

- *Pues eso que ya vas tarde*

- *🤦‍♀️Estaré allí en 30 minutos, intenta no morir por el estrés*

Espero que se tranquilice antes de llegar a Italia, si no ya me puedo preparar para unas vacaciones corriendo. Sigo maldiciendo la sobrepreocupación de mi amiga, cuando avisto, al girarme para guardar el móvil en mi precario bolsillo, un indicio carne que se refleja desde el interior de la diminuta papelera. El reflejo en el frío metal de la misma, me llama la atención y enfoco los ojos intentando discernir el objeto que asoma. Con horror comprendo lo que esconde y me digo <¡Es imposible!>. Vuelvo a mirar para comprobar que mi instinto se equivocaba, pero sigo viendo la terrorífica forma destacar encima el gris. Mi razón aun repitiéndome que no lo es, que puede ser cualquier reflejo distorsionado, no consigue evitar que mi corazón palpite más rápido de lo habitual. Tal vez si me acerco puedo observar lo impulsiva que he sido sacando conclusiones. La multitud me lo impide.

Cierro los ojos intentando borrar la imagen errónea creada en mí imaginación. Porque eso no es una mano. Me digo a mi misma que debería dejar la novela negra, que me enturbia la mente. Porque eso no es una mano.

Pero y si lo fuera...

Con indecisión, intentando aparentar cierta normalidad, te acercarías al interfono. Manos temblando, cabizbaja, pasos sospechosamente descoordinados... haciendo todo lo contrario de lo que harías para pasar desapercibida, llegarías por fin delante el maldito botón y, aun sin superar el temblor, levantarías con una fingida seguridad el índice i lo pulsarías más enérgicamente de lo que querías. 

La metalizada voz del conductor preguntando que cojones pasa (no con esas mismas palabras, obviamente) no tardaría en alzarse a través de los murmullos a los cuales habrían derivado la mayoría de las conversaciones de los pasajeros delante tu sutil comportamiento y la expresión de horror que teñiría tu rostro.
El sofocante calor del verano parecería haberse activado ahora, porque gotas de sudor caerían por tu espalda, cuando a duras penas consiguieras articular:

- hay...ehm... una mano

- una mano?

- en la basura

- dónde?

- una mano… en la basura

-Mira, señora, si esto es una broma pesada, le recuerdo que la puedo denunciar por…

- HAY UNA JODIDA MANO EN LA PUTA PAPELERA!

Y con este último grito, el pánico se extendería por el vagón, muchos se mirarían desconcertados sin entender la situación, otros, en estado de shock, palidecerían convirtiéndose en estatuas de mármol y algún que otro grito acompañaría a los curiosos que se acercarían hacia el cuerpo del delito (o lo que queda de él).

Paralizada, intentarías recordar como llenar de oxígeno tu cuerpo, hasta que la voz entrecortada del conductor te devolvería a la realidad.

- Tranquilícese por favor... ¡QUE TODOS LOS PASAJEROS VUELVAN A SU SITIO Y MANTENGAN LA CALMA!

Interrumpiría la comunicación. No entenderías qué pasa. <¿ya está? ¿Vamos a seguir como si no hubiera una mano descomponiéndose a menos de un metro? ¿Debería llamar a la policía? > La perplejidad invadiría tu cuerpo, pero pronto sentirías esa misma voz por el megáfono:

- Queridos pasajeros, por problemas técnicos, este tren tendrá que estacionar en la siguiente parada. Permaneced en vuestro puesto hasta que se os informe de lo contrario. Disculpen las molestias. 

Los murmullos regresarían junto a imprecaciones y protestas.  Pronto frenaríais en seco dejando el tren entero enfrente el andén. Policías uniformados esperarían pacientemente alineados ante las puertas aun cerradas. Y todas permanecerían así menos la tuya que se abriría dejando paso a una mujer de mediana edad que os observaría detenidamente, como si quisiera descubrir vuestros más recónditos secretos.

- Inspectora Ruiz. Que no cunda el pánico, solo queremos saber quien de ustedes ha respondido al interfono. 

Levantarías la mano dubitativamente.

Los interrogatorios se alargarían lo que te parecería media hora. Gente entrando y saliendo, con batas científicas, con uniformes policiales y con ropa de calle, todos entrarían y saldrían discutiendo y debatiendo sobre temas que no llegas a entender. Serias la primera con quien hablarían; ¿parada de subida? ¿Hora de la llamada al conductor?¿Algún comportamiento sospechoso?... Preguntas y más preguntas invadirían tu mente en shock, ya no sabrías que has respondido, ya no recordarías que ha pasado, solo sabrías que no te dejan ir. 

Os trasladarían a comisaria, más preguntas. Los minutos se ralentizarían hasta desaparecer. Te dejarían llamar, comunica, <debe estar ya en el aire, hace horas que despego el avión>.
 

 - ¡NO PUEDE SER UNA MANO!

¿Lo he dicho en voz alta? Miro a todos lados, pero los pasajeros parecen ajenos al desastre de mi mente. Estamos llegando a mi parada, así que me decido e irguiéndome con determinación me abro paso hasta la papelera. Con miedo, dejo caer la mirada hacia el interior y retengo una carcajada al ver una pela de mandarina en el fondo del cubículo. Suena el pitido y salgo del tren con una renovada calma. El tren se aleja pero no sin antes mostrar mi imagen intermitente entre el reflejo de las ventanas tintadas. El inicio de una sonrisa se intuye en las comisuras de mis labios, me había preocupado por nada.

Aunque llego al aeropuerto con tiempo de sobra, mi amiga no se abstiene de recriminar mi tardanza. Para cuando nos dejan entrar en el avión, mi corazón ha recuperado su palpitar usual, levemente alterado por la emoción del viaje.

Observo el paisaje artificial del aeropuerto a través del ovalado vidrio, hasta que de reojo veo la expresión de terror de la azafata que corre alarmada hacia la cabina del piloto y giro a tiempo para ver el reguero de líquido rojo que se precipita por la ranura de uno de los armarios superiores de la cabina. Río, internamente, no caeré en lo mismo otra vez. Mi amiga me mira con perplejidad. También lo ha visto. 

- Se les habrán derretido los helados. – digo antes de volverme hacia mis preciosas vistas.



 

Juanotamartorella
Miembro desde hace 1 año.
4 historias publicadas.

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Leyre Jaime Pérez
01 jun, 00:05 h
¡Muy interesante! Una pluma ágil y una trama inesperada que acaba siendo cierta...
Enhorabuena :)
Mila Clemente
01 jun, 19:15 h
Menuda aventura de viaje... genial la frase final de los helados.
Saludos.
Ro
Rogijo
02 jun, 10:35 h
Muy fan de tus relatos! 🎉🌟 ¡Me ha encantado! 😄🚂 Me gusta la manera en que el suspense y el humor se entrelazan en esta historia llena de giros inesperados.
🔍🙈 La protagonista se ve envuelta en una serie de malentendidos y su imaginación se desborda y nos lleva junto a ella en un torbellino de temor y pánico. Pero, ¡sorpresa! Todo resulta ser ....🍊 😂
Y la diversión no termina ahí. 🍦😜

🌟💫 Este relato nos recuerda que a veces nuestras preocupaciones pueden ser exageradas y que la vida está llena de situaciones inesperadas y divertidas. La narración ágil y el ingenioso uso de emojis añaden un toque de humor adicional a la historia. ¡Es un relato que te mantiene en vilo y te saca una carcajada al mismo tiempo! 🤣👍 En resumen: un ejemplo maravilloso de cómo combinar suspense y comedia en una narrativa cautivadora. ¡Una lectura que te mantendrá entretenido y te sacará una sonrisa hasta la última línea! 🎭😊
elinsurgentecalleja
06 jun, 00:37 h
Relato diferente y lleno de originalidad.
La narración es intensa y fluida, llena de giros constantes con un giro final brutal.
Saludos Insurgentes
Elvira.lopu
06 jun, 23:14 h
Muy divertido, me ha gustado mucho
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