Un hogar llamado mar - N. de la Flor Ruiz
N. de la Flor Ruiz

«Un hogar llamado mar»

735 palabras
6 minutos
36 lecturas
Reto creativo «Historias de verano»
El viaje que no sale como esperabas. Siempre puede ocurrir. Una inesperada sucesión de desastres o un acontecimiento especial que lo cambia todo. Cuenta uno de estos viajes.
Seis meses...
Bueno, para ser exactos, hacía seis meses y trece días que había conocido a Nerea en el hospital, cuando la trajo la ambulancia por la rotura doble de tibia y peroné de sus dos piernas. Un coche la atropelló en mitad de la noche y se había dado a la fuga.
Yo había sido una de las personas con quien más tiempo había pasado, ayudándola en la rehabilitación. Era toda una valiente. Una chica callada y tenaz.
Ahora, yo conducía y ella tarareaba las canciones de la radio con los ojos entrecerrados. Conmigo era con quien más se había abierto pero aún así, costaba horrores sacarle los detalles de su vida. Siempre me decía que su familia no podía venir a verla al hospital porque no estaban en la península y, que no tenían teléfono. Que no les dijo a dónde iba, por lo que todo este tiempo lo habían pasado sin saber nada de ella.
Cuando la encontraron, no llevaba ropa encima, y mucho menos, documentación.
—¿En qué piensas, Nerea?
—¿Ah? ¡Oh! En nada y en todo a la vez... A mi padre le va a dar algo. Al principio me horrorizaba la idea de un castigo por haber desaparecido pero, después de tanto tiempo, y cuando sepan por todo lo que he tenido que pasar, me perdonarán y se alegrarán de tener a su hija por fin de vuelta.
—¿Te escapaste de casa?
—No. Sólo quería conocer mundo porque nunca había salido de nuestra villa. Quería ver más allá de la costa.
—Pues te digo que no te pierdes gran cosa. Tu aldea, Caión, es preciosa y tranquila. Ya me gustaría vivir en ella.
—Bueno. Será que muchas veces queremos lo que no tenemos. Aunque ahora mismo, lo que quiero es volver y abrazar a mis padres y a mi hermana, y por eso te agradezco infinitamente que me ayudes.
—No hay de qué...
No supe como continuar aquella frase. Ella me gustaba mucho, pero no me atrevía a decirle nada por miedo al rechazo. Estaba decidido a esperar, a que se asentara de nuevo en su casa y recibiera el calor de los suyos. Además, yo sentía una tremenda curiosidad por saber quién era ella y sus circunstancias.
Por fin llegamos a Caión. El viento soplaba con fuerza en la playa de Arnela, la que ocupa toda la zona bajo el paseo marítimo.
—Tengo que decirte algo, Lucas. Esta playa desaparece cuando la marea está alta, y para eso falta alrededor de una hora. Puedes acompañarme un rato, pero luego, será mejor que te vayas.
—Pero... ¿Qué vas a hacer? ¿No ha venido nadie a esperarte?
—Confía. Vendrán. Es mejor que subas al paseo. Gracias de nuevo por todo. TODO.
Nerea me dio un fugaz beso en los labios y me empujó dándome la vuelta para que me marchase. La obedecí. No pude resistirme a la fuerza invisible que emanaba de ella y desde arriba, fui testigo de algo que nunca he podido borrar de mi cabeza. Cuando la playa había desaparecido casi por completo a causa de la marea, Nerea se despojó de la ropa que yo mismo le había comprado. Cuando el agua tocó sus pies, la chica a quien yo había ayudado a la recuperación de sus piernas, dejó de tener aquellas dos extremidades y en su lugar, una cola de escamas irisadas brilló justo antes de zambullirse en el mar.
Me quedé durante cinco minutos mirando al horizonte con cara de tonto. No reaccionaba. No comprendía nada de lo que estaba pasando. Estaba preparado para distintos desenlaces, menos para aquello. De pronto, cuatro figuras surgieron del agua y me saludaron. Nerea estaba junto a quienes debían ser sus padres y su hermana. Todos sonreían ampliamente y volvieron a desaparecer.
Me fui hacia el coche y volvía a mi casa, a mi vida. No estaba triste. Desde el saludo de aquellos cuatro seres, mi vida comenzó a ir cada vez mejor. Conocí a una chica fantástica y nos casamos. Y aunque no fuimos bendecidos siendo padres, hemos sido muy felices todos estos años.
Y aunque ella ahora ya no está físicamente, siempre está conmigo y soy feliz. Pude mudarme a Caión para asomarme al paseo cuando quiera y Nerea, viene a saludarme cuando la marea está alta. Sigue igual de bella cuarenta años más tarde. Muchos creen que sólo soy un viejo chocho pero, qué sabrán ellos.
N. de la Flor Ruiz
https://conzetadezombi.blogspot.com/ N. de la Flor Ruiz, Lérida 1975. Libra con ascendente…
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91 historias publicadas.

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Rebeca Martín Diosdado
01 jun, 16:03 h
Me encantan las historias de sirenas!!! Precioso relato!!!
N. de la Flor Ruiz
03 jun, 19:34 h
Muchas gracias, Rebeca!!
Mila Clemente
02 jun, 00:36 h
Un viaje con sorpresa... 👏👏 Muy original.
N. de la Flor Ruiz
03 jun, 19:35 h
Gracias, Mila!!
🌻
elinsurgentecalleja
03 jun, 13:10 h
Sorpresa mayúscula la que se llevó Lucas!
Preciosa historia de empatía y superación.
Los giros constantes y el final espectaculares.
Enhorabuena Noelia!
Saludos Insurgentes
N. de la Flor Ruiz
03 jun, 19:35 h
Gracias, Insurgente!!!
Quería hacer algo de fantasía pero dándole bastante realismo y costumbrismo.
Chuso Garcia
05 jun, 12:51 h
Preciosa historia, si Mecano todavía tocarán, le harían una canción
N. de la Flor Ruiz
05 jun, 20:50 h
Vaya, Chuso!!
Muchas gracias!! 🤗
Carmen Fernandez Mayoralas
13 jun, 20:32 h
Que ilusión! una historia de sirenas. Me ha gustado
N. de la Flor Ruiz
13 jun, 23:23 h
Gracias!!
María Aguilar
14 jun, 16:46 h
Que historia más bonita.felicidades Noelia
N. de la Flor Ruiz
14 jun, 22:57 h
Michas gracias, María 🤗
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