Érase una vez una niña que nació en un lugar mágico de duendes y hadas.
Su madre llegó allí huyendo de sus agresores, la acusaban de brujería. Cuando se adentró en el bosque, ellos presos del pánico, la dejaron marchar. La mujer se cobijó en el interior de un viejo árbol hueco donde pasó toda la noche.
Con los primeros rayos de sol, los duendes la descubrieron y al verla embarazada la llevaron a un lugar seguro. A los pocos días dio a luz a una hermosa niña; las hadas al ver sus enormes ojos morados le pusieron por nombre Violeta y la dotaron de un don, poderes especiales para ser la guardiana del bosque encantado.
Violeta fue criada por las hadas y los duendes, pues su madre, muy debilitada por el parto, había muerto. Creció siendo una niña fuerte y feliz pero una mañana despertó enferma. Aquellos seres mágicos lo intentaron todo para sanarla pero no encontraron remedio alguno que pusiera fin a su mal así que, cuando cayó la noche, la llevaron al pueblo del que su madre había venido y la dejaron en la puerta de la botica.
La boticaria se encargó de curar a la jovencita pero veía algo raro en ella, sus ojos violetas le recordaban a alguien y no tardó mucho en saber de quién era hija. La llevó ante la asamblea del pueblo y los vecinos no lo dudaron, a la hoguera.
En el bosque sintieron que algo iba mal cuando las flores comenzaron a marchitarse así que duendes y hadas marcharon al pueblo. Llegaron cuando la hoguera estaba ya encendida, Violeta al verlos gritó:
-Yo os concedo el don de la invisibilidad.
A los pocos segundos y ante el asombro del pueblo, las cuerdas que la ataban se soltaron y ella flotó por el aire camino de su hogar.
Me ha encantado Patricia, enhorabuena.
Saludos Insurgentes