Yo, continuo esperando - María Aguilar
María Aguilar

«Yo, continuo esperando»

872 palabras
7 minutos
33 lecturas
Reto creativo «Historias de verano»
El viaje que no sale como esperabas. Siempre puede ocurrir. Una inesperada sucesión de desastres o un acontecimiento especial que lo cambia todo. Cuenta uno de estos viajes.
Mi nombre es Lucas García y me gustaria mucho contarles una historia que les sucedió a mis tres mejores amigos y a mi, es una historia que aún no tiene un fin.
Comenzaré presentándoles a ellos, mis amigos.
Sus nombres son: José Luis (el pecas), David ( el flaco) y Víctor ( el indio).
Son mis amigos del pueblo donde todos tenemos motes, yo soy Lucas ( el madrileño).
Cada Agosto en las merecidas vacaciones de mi padre nos desplazabamos a nuestro pueblo, eran semanas de auténtica libertad.
Baños y pesca en el río, juegos sin horarios por las callejuelas sin miedo a ser atropellado por algún vehículo, la romería de la patrona y las noches de verbena en la plaza de la iglesia.
Años setenta, años felices de infancia.
La mañana en que aconteció la historia que les traigo sucedió así, amaneció con el cielo de color pardo y nubes amanezando lluvia, durante la madrugada se desataron tormentas que descargaron y dejaron su huella en la tierra.
Pero ya habiamos planeado la noche anterior que pasaríamos el día en el río, nos bañariamos, pescariamos, comeríamos los bocatas y refrescos que mediante muchos ruegos y promesas conseguimos que nos prepararán nuestras respectivas madres y lo colocarán en nuestras mochilas.
El río no quedaba lejos de mi casa, así que los cuatro saldríamos desde allí por el sendero que conocíamos como la palma de nuestras manos.
Y con esa alegría y emoción de aventura propia de nuestra edad caminábamos en busca de nuestro día de pesca.
El camino se había vuelto fangoso a causa del agua caída del cielo la noche anterior y esto provacaba constantes resbalones y caídas de unos y risas y bromas de los otros.
Antes de llegar al río debíamos atravesar un pequeño bosque repleto de árboles altos, de gruesos troncos y muy frondosos, tampoco teníamos ningún tipo de problema con atravesar esta parte del camino, ya que lo conocíamos desde siempre y era otro sitio habitual para nuestros juegos.
Una vez cruzábamos este trecho te dabas de bruces con un extensa zona llana, tierra que no se cultivaba desde hacía años, después se encontraba el río esperando con sus aguas tranquilas, cristalinas y casi todo el año frías.
Atravesabamos la senda del bosque en fila, ya todos nos encontrábamos manchados de barro de las repetidas veces que dimos de bruces en el fangoso suelo.
Yo caminaba en último lugar a paso lento, intentaba no caer más y al andar tan despacio me entretuve observando todo lo que veía en el suelo y entonces lo vi, un nido con dos polluelos de cualquier especie de pájaro se encontraban tirado a los pies de un majestuoso árbol, piaban sin parar reclamando que apareciera su madre para darles su ración de semillas y gusanos de esa mañana, llamé a mis amigos para que se detuvieran pero no me oían, los tres andaban ensalzados en una discusión sobre cual era el mejor equipo de fútbol del mundo.
Decidí arreglar yo solo ese asunto, así que con el nido en una mano empecé a escalar aquel gran árbol y buscar un hueco entre sus ramas donde dejar bien asegurado aquel nido.
Los gritos de auxilio de mis amigos me llegaron cuando había terminado de dejar colocados a los pajarillos, la bajada del árbol fue rápida, al contrario que la subida, ahora no estudiaba donde colocar un pie antes de poner el otro porque seguía escuchando a mis amigos gritar desesperadamente, algo les estaba ocurriendo, debía correr en su ayuda.
No calculé la distancia desde donde me encontraba subido y el suelo y sin pensar me tiré al fango, apoyé mal un pie y me lo torcí, el dolor me llegó de forma aguda y rápidamente, pero mis amigos seguían pidiendo ayuda.
Me puse en pie y empecé a caminar en busca de ellos arrastrando el pie dañado.
La lluvia volvía a hacer acto de presencia cuando alcancé el último árbol en el que finalizaba el bosque y daba comienzo el llano.
Solo pude ver a uno de mis tres amigos, " el pecas", aquellos dos hombres ataviados con una especie de mono plateado desde el cuello hasta los pies y máscara negra que cubría enteramente su rostro, arrastraban a mi amigo por las axilas hasta el furgón grande y negro que estaba a poquísimos metros de ellos.
Los gritos hacía un rato que habían cesado y yo me quedé paralizado junto al gran árbol mientras el agua de lluvia cada vez era más intensa.
De cómo regresé a mi casa y conté todo lo que había sucedido tengo inmensas lagunas en mi mente.
Después llegó el turno de policías que llegaron de la ciudad, preguntas y más preguntas, descripción de la furgoneta y de aquellos individuos, días y noches policía y vecinos intentando encontrar algún rastro, alguna pista que aclarara que les pasó a ellos, donde estaban, quien se los llevo, por qué y para qué.. Y más tarde casi al final del verano " caso cerrado".
Veinte años después, cada verano regreso a mi pueblo, camino por la senda de mi casa, atravieso el bosque y llego al llano con la esperanza de que " alguien", quien sea, traiga a mis amigos.... Vivos o muertos....
..... Yo, sigo esperando...
María Aguilar
No sé vivir sin leer, sin contar historias, sin soñar despierta... Tengo dos libros…
Miembro desde hace 3 años.
36 historias publicadas.

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elinsurgentecalleja
06 jun, 01:13 h
Qué triste final, para una historia tan bonita, llena de amistad.
Magnífica narración María, me ha encantado, relato muy fácil de leer, ligero y emotivo.
Saludos Insurgentes
María Aguilar
06 jun, 09:57 h
Como siempre muchas gracias por tu comentario..... Saludos insurgente
Mikel M
08 jun, 09:55 h
Una dura historia, María, pero te mantiene enganchado
María Aguilar
11 jun, 09:23 h
Muchas gracias Mikel.
Veronicarugero
11 jun, 01:49 h
Excelente historia, diferente con intriga muy descriptiva y te deja con las ganas de saber que ocurrió, despertando imaginación.
María Aguilar
11 jun, 09:23 h
Muchas gracias Verónicarugero. me alegra que te guste.
Miquel Quetglas (Maiky Forrester)
13 jun, 14:00 h
¡Qué angustia, María! Muy chulo. 👏👏
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