Denali y el Antiguo Tratado. - Teresa Santana
Teresa Santana

«Denali y el Antiguo Tratado.»

988 palabras
8 minutos
41 lecturas
Reto creativo «Historias de verano»
El viaje que no sale como esperabas. Siempre puede ocurrir. Una inesperada sucesión de desastres o un acontecimiento especial que lo cambia todo. Cuenta uno de estos viajes.
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Siempre había soñado con vivir aventuras más allá de mi pequeño pueblo natal, al sur de la India. Desde niña imaginaba cómo sería viajar y conocer otros lugares, pero como aprendiz de mi abuela Denali, una respetada Vaidya (médico tradicional), tenía mucho trabajo ayudándole con sus pacientes y aprendiendo sus enseñanzas.

Mi abuela era un faro de luz en el pueblo. Pequeña y encorvada por la edad, sus ojos brillantes destellaban con una chispa inextinguible de vida. Cada arruga de su piel parecía contar una historia diferente, cada una más fascinante que la anterior. Con su cabello blanco como la espuma del mar recogido en un moño apretado, su rostro tenía la nobleza de una montaña resistiendo el paso del tiempo. Era un pilar muy importante en mi vida. El significado de su nombre, "aquella que es grande", reflejaba su esencia a la perfección.

Cada mañana, antes de que el sol se alzara sobre las colinas, la encontrarías en su jardín medicinal, recogiendo hierbas y murmurando palabras en sánscrito. Sus manos, aunque arrugadas, eran firmes y seguras, moviéndose con una gracia y habilidad nacidas de décadas de práctica. Ella me enseñaba cada planta, sus cuidados y su medicina.

Siempre he pensado que si en el mundo existiesen más personas como mi abuela Denali, todo sería más sencillo. Ella era la columna vertebral de nuestra comunidad. A pesar de su frágil apariencia, llevaba una fuerza interior que inspiraba a todos los que la conocían.

La abuela Denali, en su juventud, había viajado por toda la India en busca de conocimientos y había enfrentado desafíos innumerables que algún día contaré a mis futuros hijos, desde las cumbres heladas del Himalaya hasta los densos bosques de Kerala. Durante uno de esos viajes, había contraído una rara enfermedad conocida como Sushanta, cuyos efectos se manifiestan solo décadas después de la infección.

Esta enfermedad está poco documentada en las antiguas escrituras de Ayurveda. Tiene un patrón de latencia largo y puede permanecer inactiva durante años, incluso décadas, antes de manifestarse. Aunque mi abuela había vivido una vida llena de vigor y salud, la enfermedad finalmente mostró sus síntomas en su vejez.

La abuela Denali reconoció los signos y supo que necesitaba una cura especializada. Sabía que existía un antiguo texto ayurvédico, conocido Amrita Shastra, El Tratado de la Inmortalidad, que contenía información valiosa sobre la enfermedad Sushanta y su cura. Pero este libro no estaba en su posesión ni tampoco en nuestro pueblo; se encontraba en la gran ciudad de Bangalore a miles de kilómetros de casa.

A pesar de la gravedad de su enfermedad, mi abuela nunca perdió su espíritu inquebrantable. Vio esto como una oportunidad para mi, para aprender más sobre la vida y sobre Ayurveda. Enviarme a buscar el Amrita Shastra fue una prueba para ver si por fin estaba lista para asumir el papel de Vaidya del pueblo cuando llegase el momento.

Las palabras susurrantes de mi abuela se repetían una y otra vez en mi mente: “Debes buscar el antiguo texto ayurvédico en Bangalore. Es la única esperanza para mi cura". Con un nudo en la garganta, empaqué unas pocas pertenencias y partí hacia la gran ciudad lo antes posible.

Todos mis ideales sobre los viajes se derrumbaron cuando empecé a verme inmersa en la vida real. En lugar de las vistas impresionantes que había imaginado, me encontré con problemas de transporte, con personas que pretendían engañarme, robarme o aprovecharse de mi de alguna manera. Me sentía totalmente perdida y asustada, pero mi abuela me había enseñado que para rebajar a Vata, mantener el miedo y la ansiedad controlados, podía masajear cada noche mis pies con Ghee, nuestra mantequilla clarificada del pueblo. Con ese simple remedio lograba conciliar el sueño.

Por fin, al llegar a Bangalore, me dirigí de inmediato a la biblioteca donde se suponía que estaba el texto. Pero mi corazón se hundió cuando el bibliotecario me informó que el libro había sido robado. Abatida y sintiéndome fracasada, decidí descansar en un parque cercano para poner orden en mi mente.

Mientras me sentaba en silencio, vi a una multitud reunida alrededor de un hombre muy mayor y esto captó mi atención. El anciano, al verme, me invitó a unirme a ellos. Para mi asombro, este era el famoso Brijesh, el Vaidya de Bangalore, y estaba utilizando el texto robado para enseñar a los ciudadanos sobre Ayurveda. ¿Cómo era posible que un hombre tan respetable cometiera un crimen así?.

Sin dudarlo, me senté y escuché. Mientras lo hacía, una idea comenzó a formarse en mi mente. Este libro, aunque valioso, no era mi única fuente de conocimiento. Experimenté cómo comenzó a aflorar mi propia sabiduría, mi experiencia y las enseñanzas recibidas de mi abuela. Quizás no había necesidad de recuperar el libro. Quizás podía aprender del anciano en su lugar y dejar que más personas pudieran acceder a su conocimiento, tal como él quería.

Y así lo hice. Durante días, escuché las enseñanzas de Brijesh y, en el proceso, descubrí un nuevo amigo y un conocimiento más profundo de Ayurveda de lo que había imaginado. Cuando finalmente regresé a mi pueblo, lo hice con una nueva comprensión y un renovado sentido de propósito y gratitud. Brijesh solo deseaba que la gente pudiera acceder a aquella información tan valiosa, que permanecía oculta para unos pocos privilegiados.

Utilicé mis nuevos conocimientos para sanar a mi abuela. Con el tiempo, su salud mejoró y me convertí en la nueva Vaidya. Aunque mi viaje no fue como esperaba, pude encontrar algo poderoso: un conocimiento más profundo, no sólo de Ayurveda, sino también de mí misma.

Esta experiencia me recuerda que la vida, como los viajes, no siempre sigue el camino que planificamos. Si somos pacientes, resilientes y dispuestos a aprender, podemos encontrar equilibrio y éxito en los lugares más improbables. En última instancia, es nuestro propio viaje de autodescubrimiento y crecimiento lo que importa más, incluso cuando no sale como esperábamos.
Teresa Santana
Nacida en Gran Canaria, pero afincada en Mallorca tras residir en varios lugares que han…
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Rebeca Martín Diosdado
01 jun, 14:50 h
Una historia preciosa con un último párrafo lleno de consejos y conocimiento. ME ENCANTÓ, ENHORABUENA TERESA !!!
Teresa Santana
01 jun, 15:24 h
¡Muchas gracias por leer y por tu comentario! 🙏
Carmen Domingo Sanchez
01 jun, 17:18 h
Que buena historia, me ha gustado mucho.
Teresa Santana
03 jun, 12:37 h
¡Muchísimas gracias Carmen!
Mila Clemente
02 jun, 00:22 h
Bellísimo relato. Me ha encantado.
Saludos.
Teresa Santana
03 jun, 12:38 h
Muchas gracias Mila, me alegro mucho.
elinsurgentecalleja
05 jun, 19:09 h
Precioso relato, optimista y reivindicativo.
Muy descriptivo y lleno sabiduría.
El último párrafo es brutal, una enseñanza de vida, así es sin duda.
Saludos Insurgentes
Teresa Santana
09 jun, 10:52 h
¡Muchas gracias! Me alegra que te haya transmitido cosas buenas :)
María Aguilar
06 jun, 16:05 h
Me ha parecido formidable, genial, estupenda.... Mi voto ya lo tienes por descontado.... Enhorabuena Teresa....
Teresa Santana
09 jun, 10:51 h
¡Muchísimas gracias, María! Estoy muy contenta de que te haya gustado ♥
Ivan del Dedo Martín
09 jun, 09:27 h
¡Maravilloso! 😍
Teresa Santana
09 jun, 10:51 h
¡Gracias, Iván! 🙏
Carmen Fernandez Mayoralas
09 jun, 10:26 h
Muy bien relatado! una historia preciosa
Teresa Santana
09 jun, 10:50 h
¡Muchas gracias, Carmen! me alegro que te haya gustado
Miquel Quetglas (Maiky Forrester)
13 jun, 15:30 h
¡Vaya viaje! Muy chulo Teresa. Enhorabuena
Celia García Mendieta
13 jun, 17:40 h
Muy bonito Teresa🤗
Elvira.lopu
14 jun, 13:37 h
Bonita historia y muy bien contada.
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