Los incompredidos - Andradeanfe
Andradeanfe

«Los incompredidos»

1000 palabras
8 minutos
37 lecturas
Reto creativo «Historias de verano»
Amores de verano. ¡Qué amores! Cuenta uno que nos haga sentir muy adentro.

Bajo la mirada eterna de un cielo cerúleo, las Islas Canarias se entregaban al abrazo dorado del verano. Sus costas eran lienzos bordados con finos granos de arena, besados por un mar cuya paleta de azules rivalizaba con la del firmamento. El sol, generoso y resplandeciente, vertía su luz sobre la piel ansiosa de los turistas que buscaban su bendición, salpicando la playa con sombras alegres y risas despreocupadas. Pero, a lo lejos, en un rincón solitario y callado, una figura descansaba apartada, anidada bajo la sombra danzante de una solitaria palma. Esta acogía a la desconocida con brazos protectores, tejiendo un cobijo de hojas que filtra el abrazo dorado del sol, permitiéndole bañarse en un resplandor tamizado. La suave caricia de la brisa marinaba con el susurro de las hojas sobre ella, trazando un lienzo de tranquilidad. Allí, donde las olas susurraban historias olvidadas y la brisa salada dibujaba caricias invisibles, ella se entregaba a su solitario ritual, tan misteriosa y cautivadora como el eterno baile del mar y la arena.

En la solitaria quietud, él la observó, embelesado no solo por la escena pictórica, sino por la desconocida misma. Un coro de sombras y luces jugaba sobre ella, pintando su piel con los suaves destellos que se filtraban a través de las hojas de la palma que la resguardaba. Un libro descansaba en sus manos, tan desconocido como la mujer que lo sostenía.

Intrigado, él decidió acercarse, atraído por la pasión con la que ella leía. Sentándose cerca, pudo vislumbrar el título: "Los Incomprendidos".

—¿Y qué te ha gustado del libro? —preguntó él, rompiendo la paz del lugar con su voz suave y curiosa.

Ella alzó la vista hacia él, un tanto sorprendida. Su rostro adquirió un tono de cautela, pero también de interés. —Me gusta vivir las historias de amor de otras personas —respondió mientras el viento jugueteaba con su cabello.

—¿Y ya viviste la tuya? —cuestionó él, empujando la conversación hacia lo desconocido.

—No, no quiero saber nada de eso. El amor es muy complicado para mí. Me destruiría —sus palabras sonaron a derrota, pero también a desafío. Un enigma que él quería descifrar.

—Para poder crear algo mejor, hay que destruir lo que ya había, ¿no crees? —respondió él con una sonrisa enigmática.

Ella pareció sorprendida, como si hubiera tropezado con un pensamiento inesperado. Sus ojos, antes cómodos en la familiaridad del libro, ahora buscaban al hombre delante de ella con una nueva luz, llena de curiosidad y desconcierto. Dejó que sus ojos volvieran al libro en sus manos, sus dedos acariciando las páginas con un cariño reservado para los viejos amigos.

Con un gesto deliberado, extendió el libro frente a ella, como un niño que muestra con orgullo un tesoro descubierto. Las palabras, una vez silenciosas en la página, encontraron voz a través de sus labios. Su tono era suave pero firme, una mezcla de asombro y respeto al repetir la misma frase que él acababa de pronunciar. 

"Para poder crear algo mejor, hay que destruir lo que ya había, ¿no crees?"

Después, una risa suave y ligera escapó de sus labios. Sus ojos brillaban con una diversión genuina, una chispa de sospecha creciendo en sus profundidades. La sorpresa inicial se desvanecía lentamente, pero la emoción de un nuevo misterio empezaba a asomar.

En ese instante mágico, cuando la brisa pareció contener la respiración y el tiempo pareció ceder a su voluntad, él sacó un bolígrafo de su bolsillo. El gesto parecía cargado de una solemnidad silenciosa, un presagio de la verdad que estaba por desvelar. Su mano se movió con una gracia sutil pero firme, dejando su firma en la primera página del libro.

-Soy el autor -declaró, sus palabras resonando en el silencio, vibrando con un eco de sorpresa y entendimiento.

Ella lo miró, sus ojos se ensancharon en una danza de incredulidad y admiración, cada centelleo un testamento a la sorpresa que se desplegaba en su rostro. Pero en lugar de nublar su alegría, la revelación parecía alimentar una luz más brillante dentro de ella. Sonrió, un gesto luminoso que parecía rivalizar con el mismo sol. Entonces, como un planeta que decide seguir la órbita dictada por la fuerza irresistible de una estrella, ella gravitó hacia la invitación latente en su sonrisa. Decidió embarcarse en esa aventura cósmica que le proponía, aceptando la invitación implícita para compartir un café. Un simple café, una sencilla bebida que, bajo el hechizo de aquel día, parecía esconder la promesa de un universo de palabras y emociones aún por explorar.

Él, conociendo los matices de su cauteloso corazón, y ella, viendo a través de sus ojos un mundo pintado con palabras de amor, compartieron un verano intenso, un verano en el que sus almas danzaron al ritmo del mar. Sus risas resonaban en el aire, mezclándose con el murmullo de las olas, mientras sus manos se encontraban y se enlazaban en un baile taciturno de intimidad. La pasión, escondida en cada mirada y en cada gesto, no era un volcán en erupción, sino más bien un fuego lento que ardía con una luz suave y constante, dando calor a su corta pero intensa aventura.

Entonces llegó el adiós, el ocaso del verano, persistente en su memoria. Se prometieron un último café bajo la palma, allí donde todo comenzó. Mientras el sol se despedía, sus ojos se encontraron, dos universos paralelos que por un breve momento habían compartido la misma órbita. Sus manos se soltaron lentamente, dejando un rastro de caricias que flotaban en el aire como despedida. Fue un adiós lleno de silencios que hablaban, de palabras que se quedaban en el aire, pero también lleno de sonrisas que prometían recordar. Desde aquel verano, siempre que el aroma del café inunda sus sentidos o la luz del sol dibuja destellos en las hojas, ambos sonríen. Sonríen al recordar aquel rincón tranquilo de la playa, aquel verano en las Islas Canarias donde, por un breve pero inolvidable instante, vivieron su historia de amor entre las palabras.

Andradeanfe
Nací y crecí en el vibrante corazón de Colombia, donde mi vida fue una mezcla única de pasión…
Miembro desde hace 1 año.

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Mila Clemente
01 jun, 00:47 h
Bonita historia y muy bien narrada.
Suerte.
Yolibreandohistorias
02 jun, 12:51 h
Preciosa historia de amor. Gracias por compartirla!
elinsurgentecalleja
03 jun, 12:54 h
Precioso relato, infinitamente tierno y muy descriptivo.
enhorabuena!
Saludos Insurgentes
Rebeca Martín Diosdado
07 jun, 17:43 h
Preciosa historia 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
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