Comenzaba a anochecer cuando llegamos a la villa. La población más antigua de Portugal a apenas una hora de la ciudad de Vigo, tenía un puente mitad romano del siglo V mitad medieval, perteneciente a los siglos XIV creado para unir las ciudades de Braga y Astorga.
Arropados por una alameda iluminada y llena de casetas, celebraba ese fin de semana su feria del libro por todo lo alto. A mi derecha el río Limia compartido con la comarca Ourensana de Xinzo de Limia, y a mi izquierda un pueblo donde su piedra había sido testigo de batallas importantes, varias crecidas del río en el siglo XX y ahora refugio de peregrinos pues es el final de una de las etapas del Camino de Santiago portugués que da comienzo en la ciudad de Lisboa.
La cena abundante y sabrosa permitió que el paseo posterior por sus calles resultase más agradable hacia los sueños de Morfeo.
Una vuelta en barca de pedales estaba prevista para el día siguiente pero mientras nos estábamos dirigiendo a los juncos el cuerpo de aquel peregrino desaparecido desde el mes de marzo y en estado de descomposición apareció ante nosotros como un fantasta provocando nuestra marcha hacia el embarcadero, donde avisamos a la GNR. Cambiaba de esta manera el plan tranquilo y de relax por una jornada en dependencias policiales que poco tenía que ver con la jornada de fin de semana que habíamos planeado.
Seguimos el desenlace del caso por los periódicos pero fueron necesarios varios meses para esclarecer que el peregrino de origen italiano había sido arrojado al río tras quitarle todo el dinero que llevaba. Las corrientes lo arrastraron hacia el fondo y ahora con menos caudal subía de nuevo a la superficie. Del causante… nada se sabía.
Magnífica narración y descripción.
Enhorabuena Mencía!
Saludos Insurgentes