Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que había visitado las playas de Suances. Recuerdo que cuando tan solo era un niño, todos los años pasábamos muchos días en aquellas playas, siempre celebraba allí mi cumpleaños el 2 de Agosto. Me sentía un niño afortunado, poder celebrarlo en aquel lugar me parecía lo mejor del mundo. Recuerdo que uno de los años había mucho oleaje, y una ola se llevó todos mis pasteles. Lloré desconsoladamente, era tan solo un niño, y sentía como si me hubieran robado mi cumpleaños. Mi madre me cogió en brazos, y para consolarme me dijo:
—No te preocupes, hijo, solo son pasteles. Te quedan muchos cumpleaños, muchos pasteles y también muchas lágrimas. Yo no era mas que un niño y entonces no pude entenderlo.
Desde entonces he regresado varias veces hasta las playas de Suances, una de ellas para dejar allí las cenizas de mi padre. Y la última, para dejar de las de mi madre.
Hoy, he regresado. Desde lo alto diviso la Playa de los Locos, esa que siempre me decían que era muy peligrosa. Pero ahora algo me impulsa a bajar, quizás porque he logrado espantar todos mis miedos.
Ahora camino por la orilla de esa playa. Las olas me mojan los pies, las rodillas, la cintura. Pero no camino solo, a mi derecha me acompaña mi padre, que me sonríe. —Debe ser muy feliz, él casi nunca sonreía —Pensé
A mi izquierda, camina mi madre. Me coge la mano y me susurra al oído.
—No temas, estarás bien, sigue tu camino. No es el momento de venir con nosotros, tu vida aún ha de ser larga. No temas, nosotros estaremos bien.
De pronto desperté tendido en la arena, alguien estaba intentando reanimarme. Le miré y tan solo sonreí.
Saludos.
La realidad supera a la ficción y nunca mejor dicho.
Enhorabuena y a seguir cumpliendo muchos más.
Saludos Insurgentes