«El unicornio sin calcetín»

Corni el unicornio, se despertó en el crepúsculo alumbrando con sus ojos azules, hacia el lago de las ninfas. Sin embargo, algo le sobresaltó, su calcetín había desaparecido. Miró a su alrededor, entre los arbustos, los árboles, la cabaña de su amigo Tom, nada.
Decidió buscar por el camino que recorrió el día anterior, cuando buscaba arándanos con el señor elfo. Caminaba algo lisiado, pues su pata sin su calcetín mágico estaba desprotegida de sus poderes, así que sus delicados juanetes temblaban al sentir la gravilla.
Pensó en hacer una visita a las ninfas, pues ellas fueron las que le proporcionaron esos maravillosos calcetines, desde que los usaba, su vida era más placentera. Llegando al lago de las ninfas, pensó en beber unos sorbos de agua en la orilla. Y, ahí estaba, reflejado su calcetín a rayas sobre el agua, se sintió tan idiota. Agradeció no cruzarse con nadie, pues habría sido algo ridículo explicarle a alguien que buscaba su calcetín, cuando lo llevaba colgando de su único cuerno.
Aquellos arándanos que comió el día anterior, debieron ser alucinógenos, pues no recordaba absolutamente nada de lo que ocurrió después. ¿Cómo acabaría aquel calcetín en su apreciado cuerno?