«Larry el sucio»

"Montañas y mas montañas. El viento se ha comido un 'halls' y me susurra al oído. Uhf, que frío. Dice: Vete de mis tierras. Vaya qui sí lo anhelo. Pero ya es tarde. Eso nunca será posible.
Los andes... tan grandes, tan solitarios. Extraño París. La ventana que daba hacia la torre... mi vieja Eiffel.
Ay Dios mío! Como me arrepiento de todo lo que dije, deseé y lo que hice o no hice para perder a mi apestoso amo: Larry el sucio.
Vaya que sí era hediondo. Si la caca fuese una persona, entonces Larry sería su excremento. El antojo de las moscas verdes. El sueño cumplido del inodoro.
Aveces, por las mañanas, cuando lo miraba levantarse me preguntaba si enserio estaba vivo: o "shenlong" lo había resucitado como zombie o había hecho el amor con una muerta... el tipo enserio estaba descomponiéndose.
Pero parecía que no le importaba. Y la verdad... como extraño su olor.
Recuerdo el primer día que me saco de la caja. 'Pura seda'. Ese día se lavó los pies. Fue un bonito detalle. Aunque media hora después mi martirio empezaba. Si no sabía lo que era una pasta dental ¿Cómo entendería lo que es un talco para pies?
Aun así, fui su preferido para las ocasiones  importantes.
Un día me compadecí de él. Su novia -la chica ciega-, lo terminó. Y el muy sinvergüenza preguntó por qué. ¡Soy ciega no ñata! - le gritó.
Lloró mucha aquella noche... yo igual. Pues tenía un corazón de algodón.
Cada cierto tiempo enviaba donaciones de ropa u objetos que aún servían, para niños del tercer mundo. Un día, jungando, me escondí en una caja, cuando me buscaba para una reunión.
No sabía que era la caja de donación.
Desde Perú... 
lo extraño".