«M»
Al verla, le dijo que las mujeres que empezaban con M, le daban miedo. Entonces ella se abalanzó a sus brazos y tras un colmado de caricias en sálvese las partes de ambos, consiguieron despertar juntos, abrazados y todo, un sueño lejano en la infancia de nuestro vulgar protagonista.
No se dijeron te quiero ni se prometieron amor eterno; tan solo de esta comunión nacieron Olivia y Ramón, dos gemelos deseadísimos, gracias a los que el protagonista, que seguía sin recordar su nombre, empezó a sacar algunas cosas en claro.
Adelina sólo podía haberse enamorado de Antonio, y el nombre de los bebés siempre tendría esta carencia...
El sexo con M seguía siendo maravilloso, pero ella tenía algunas preguntas que hacer, que quedarán en el ámbito de la más estricta intimidad. El caso es que ahora que Antonio (por fin, soñó con su propio nombre) lo había conseguido, M lo dejaba por lujurioso y por tener siempre los testículos como petardos llenos de ruido, considerando que no solo esto nutría el amor que estaba buscando, y que él no era el hombre de su vida...
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«Que las noches, sean boleros.» , de elinsurgentecalleja Leer »
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«Así. Ahí. A mí.» , de Mikel M Leer »
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«Placer nace con amor» , de Celia García Mendieta Leer »
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«El extraño» , de Anne Milet Leer »
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«El forastero» , de Antonio Otero Fernández Leer »
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«Música en la siesta» , de Noelia de la Flor Ruiz Leer »
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«Casi» , de M.D. Cisneros Leer »
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«Una gélida siesta.» , de Pepa Hernández Leer »
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«Desempolvar» , de Esmeralda Fleitas Leer »
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«Un orgasmo campestre» , de Mila Clemente Leer »
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«El lechero» , de Noelia de la Flor Ruiz Leer »
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«Unas vacaciones diferentes» , de Elvira.lopu Leer »
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«Ver a Dios» , de Víctor Lázaro Cebolla Leer »
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«Lolita y sus amigos» , de Mila Clemente Leer »
Me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes